Clérigos, policías y muchos ciudadanos de la capital de Afganistán han defendido este linchamiento de forma incomprensible.
Pero lo más increíble de todo es que la investigación policial afirma que la mujer no quemó el libro sagrado del Islam.
Las condenas erróneas no solo se dan en los juzgados, pero son igual o más dañinas que estas. Solemos juzgar a la gente sin apenas conocerles, juzgar sin pruebas, y encarcelar a las personas en un estereotipo que en muchas ocasiones se aleja de la realidad.
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